Recorrido entre la estepa y la Cordillera
Con base en Esquel y Trevelin, qué ver y hacer en el Parque Nacional Los Alerces. Además, el paisaje de Piedra Parada y la historia de los inmigrantes galeses. Mirá las fotos y videos. “En esta zona se proyecta hacer un mirador que explique que estamos ingresando a una gigantesca caldera volcánica que hizo erupción hace 60 millones de años y creó este paisaje que hoy contemplamos”, dice la guardafauna Gabriela Tavella mientras nos invita a una breve caminata hasta unas cuevas en la base de un risco donde se distinguen, desdibujadas, algunas pinturas rupestres de manos, similares a las de la famosa de Cueva de las Manos, en Santa Cruz, sólo que las de aquí son más recientes en el tiempo y no están tan bien conservadas.
Estamos llegando al Área Natural Protegida Piedra Parada, a 125 km de Esquel, en el noroeste de Chubut. Desde que partimos de la ciudad, nos alejamos de la Cordillera y nos adentramos en la estepa; las montañas, al igual que la vegetación, se fueron aplanando, hasta que en este punto algo difícil de determinar, unos 40 km al norte del pueblo de Gualjaina, el paisaje cambia de pronto; se ondula, aparecen cerros de tonalidades cobrizas y amarillentas, paredones de piedra oscura y una franja verde, de árboles y pastizales, que acompaña las curvas del río Chubut.
En el corazón de esa gran caldera volcánica de unos 40 km de diámetro sorprende una gran roca de paredes rectas y más de 200 metros de alto, en medio del valle. Es la famosa Piedra Parada, que da nombre al lugar y es puerta de ingreso al sorprendente Cañadón de la Buitrera, que algunos gustan definir como un “mini Talampaya” e incluso un “mini cañón del Colorado”: un tajo de 4 km de largo entre paredones rectos de roca que de más de 140 metros de alto.
“El cañadón, según explican los geólogos, es producto de una erupción muy grande que ocurrió en muy poco tiempo”, dice Gabriela, que es uno de los dos guardafaunas del lugar -de ingreso libre gratuito- junto con con Raúl Crettón.
No es un día de viento, pero alguna que otra ráfaga suave silba entre los altos paredones en los que, aquí y allá, aficionados a la escalada trepan como hormigas. En 2012 se organizó aquí el Roc Trip Petzl, evento que reunió a más de mil escaladores de todo el mundo y posicionó al lugar como una “Meca” para este deporte.Un atractivo que en los últimos tiempos se sumó a los muchos que atesora esta zona de Chubut.
Los abuelos del bosque
“Alerzal Milenario Express. Fecha de salida, 29/01/20201, 11:10. Presentarse en puerto con 30 minutos de anticipación para el embarque”, dice el voucher que nos va a llevar a una de las excursiones obligadas.
Hay que salir temprano porque es casi una hora de viaje y media por una ruta que zigzaguea entre montañas y cruza ríos para ingresar en el Parque Nacional Los Alerces y bordear -literalmente, por momentos a pocos centímetros- el enorme lago Futalaufquen hasta la hermosa pasarela sobre el río Arrayanes, un puente peatonal colgante que, al otro lado del río, lleva a dos senderos. Tomamos el de la izquierda, que a orillas del río Menéndez y en medio del bosque lleva hasta Puerto Chucao, sobre el lago Menéndez.
De allí parte, puntualmente, la embarcación Krugger, con unos 25 pasajeros y dos guías, al mando del capitán Miguel. Vamos hacia uno de los grandes tesoros de este parque nacional, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (ver más abajo). Es 1 h 15’ de navegación rumbo a lo más profundo de la Cordillera, hasta el extremo noroeste del Menéndez, allí donde casi se une con el pequeño lago Cisne.
En medio del trayecto, cerca de la isla Grande, el Krugger detiene su marcha y la guía Alicia nos señala el glaciar Torrecilla allí enfrente, tan cerca que hasta parece llegarnos el frío de sus hielos eternos.
Entre dulces y charlas con los guías, la navegación es un placer, igual que la breve caminata al descender en Puerto Sagrario. Entre las cañas coligüe, los coihues y algunos arrayanes asoman los primeros alerces, jóvenes, de “apenas” unos cientos de años, hasta que, por un sendero con pasarelas y miradores con carteles informativos, llegamos a “El abuelo”, un alerce cuya edad supera los 2.600 años y, con un tronco de cerca de 3 metros de diámetro y casi 60 metros de alto, es la estrella del lugar.
“Estamos frente a algunos de los árboles más antiguos del planeta
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