Daniel Piazzolla: “El primer recuerdo que tengo de mi papá es sentado tocando el piano, componiendo
11 marzo, 2021
En una entrevista exclusiva con DiarioAndino, el hijo de Astor Piazzolla, vecino de Villa La Angostura, nos acerca a la intimidad del genio musical, considerado uno de los más grandes compositores del siglo XX.
Es un día típico de marzo angosturense, esos en que la tarde te encuentra con campera y en sandalias. Como pocas veces, el hecho de ser un diario local nos dio una ventaja: poder charlar cara a cara con la persona que más conoció a Astor Piazzolla, su hijo Daniel.
Sencillo, amable y con un anecdotario a prueba del olvido, Daniel Piazzolla nos recibió en su casa y nos permitió conocer la faceta íntima del genio.
No es frecuente que un hijo pueda mirar la vida y obra de un padre desde la subjetividad del amor pero con el equilibrio justo del dato objetivo. Pero Daniel lo logra. En 2018 colaboró con el documental “Piazzolla, los años del tiburón” y pronto publicará un libro.
En el acceso a la casa que tiene desde hace 15 años en Villa La Angostura, un cartel ya anticipa parte de la historia: “Las tres D”.
“Viste que dice las tres D, antes éramos Diana, Dedé –su mamá, primer mujer de Astor Piazzolla- y yo, éramos las tres D de Astor. Ahora las tres D son Daniela, mi hija, mi hijo Daniel y yo, las tres D de mi mujer, Lala”, cuenta Daniel. Tanto él como su hijo, “Pipi”, dedicaron su vida a la música.
La infancia
“El primer recuerdo de mi papá que tengo es sentado tocando el piano, componiendo. Aprendimos solitos a respetar con silencio cuando mi viejo estaba componiendo. Andábamos prácticamente en puntas de pie, nos daba placer porque sabíamos que el tipo estaba en algo groso. Tanto mi hermana Diana y yo no festejábamos cumpleaños, y era lo más normal del mundo, no nos obligaba nadie, pero a mi viejo le rompían las guindas los chicos, no soportaba los pibes, y nosotros sentíamos un respeto espectacular, así fue a lo largo de toda la infancia hasta que mi viejo se separó de mi mamá. Cada vez que tenía una oportunidad jugaba conmigo y con Diana”, relata Daniel.
“Desde chico, era el mejor, yo lo sabía, me daba cuenta. Tenia once años, me conocía todos los arreglos de mi viejo. Yo estudiaba piano desde los 6, me encantaba escuchar las cosas que escribía mi viejo”, dice.
Astor se fue de su casa en el año 66, cuando Daniel tenía 21 años. Tras la separación su madre se deprimió.
“Mi vejo rajó primero. Yo fui el último en irme. Lo sufrimos todos y lo seguimos sufriendo. Tenía 21, pero se sufre igual, sufren menos los chicos que los grandes. Yo tenía una imagen de mis viejos juntos, la familia ideal”, agrega.
Después de la separación veía a su padre con menos frecuencia. A Astor no le gustaba estar solo y tuvo romances con varias mujeres, algo que Daniel nunca pudo superar.
Cumplir un sueño: tocar con el padre
Corría la década del 70 y Astor se había instalado en Italia. Tras la separación con una pareja, convocó a Daniel para que lo visitara. Daniel empacó un sintetizador de última generación que había comprado y se fue a visitar al padre.
“Mi viejo se separa de Amelita en Italia y me llama desconsoladamente. Me dijo `estoy solo, me voy a matar. Venite, haceme compañía´. Faltaba poco para que naciera mi hjja, manoteo el sintetizador y me voy. Cuando llego me dice: qué mierda trajiste?`”, cuenta.
“Estuve dos meses en Roma con él. El conmigo, cuando estabámos solos, era distinto. El super Astor recurría a mi cada vez que estaba en banda, cada vez que una mujer se iba de viaje”, detalla.
En esa época Astor estaba contratado para componer música de películas.
“Adiós Nonino”, su obra cumbre. La compuso en 1959 en homenaje a su padre, Vicente Piazzolla.
Daniel comenzó a tocar el sintetizador y le mostró a su padre cómo funcionaba. “Empiezo a hacer efectos, me dice `a ver podés hacer esto, en serio? Te voy a escribir para el sintetizador, vas a grabar conmigo pero no te podés equivocar porque sos mi hijo y vas a ganar la mitad que los músicos, por el mismo motivo, porque sos mi hijo´. Yo, hubiera pagado para tocar con él. Estaba como loco, lo feliz que me puse”, dice, y evoca la alegría que tenía en aquel momento porque su padre lo había elegido para tocar en su orquesta.
Llegó el primer día de grabación. Estaban los mejores músicos de Italia, que ante la convocatoria de Astor –cuyo nombre en Europa ya era reconocido-no dudaron en sumarse.
“Yo estaba con unos nervios… Termina de grabar la orquesta, me llama el técnico, espero que se vayan todos los músicos, eran todos monstruos. Pero de pronto se vienen todos para la consola. Estaba sentado y atrás la barra brava, los 12 apóstoles, todos atrás mio. Si me equivoco al frente de mi viejo bueno, pero acá no tenía excusa. El tema era un chino. En la toma 1 no me equivoque y nunca me equivoqué”, recuerda Daniel.
Al tiempo Astor conformó el Octeto Electrónico, formación de la que participó Daniel durante 4 años. El grupo fue un éxito y tocó en muchísimos lugares del mundo.
“Fue un tipo de música de tango, aire de rock y de jazz. Había mucha libertad. Hasta mi vejo cambio la forma de vestirse”, detalla.
“Estás dando un paso atrás”
En 1978 Astor decide desarmar el Octeto y volver al quinteto. “Quedamos todos afuera. `Vos sabes como soy yo –le dijo-, me cansé,me aburrí y ahora quiero volver al quinteto`. Le dije `Estás dando un paso atrás`. Esa noche se pudrió todo y nos dejamos de ver por 10 años”, cuenta Daniel, y agrega: “Si le hubiera dicho boludo, no se hubiera enojado tanto. . Se lo dije para vengarme porque en verdad, nunca más lo pensé”.
La “reconciliación”
A pesar de la distancia y el tiempo, Astor le mandaba postales a su hijo, pero sin remitente.
“Ponía `papá` , no tenía una dirección donde contestarle. El quería volver, lo sé por los músicos del quinteto, todas las mañanas les decía cómo lo extraño a Daniel. Las mujeres de mi viejo me echaban, era el único que tenía una llegada especial con él”, dice.
En agosto de 1990 Astor sufrió una Trombosis cerebral que lo dejó al borde de la muerte. Logró salir del coma pero con secuelas irreversibles, como la pérdida del habla. Así estuvo casi dos años.
“Ahí no me podía rechazar ni nada. Estaba a mi merced. Estuvo en coma cuatro, nadie sabía los daños que tenia. No habló nunca más. Todo el mundo me decía que no se acordaba nada. Él en la cama y un tipo que iba todos los días a verlo, durante 23 meses, me saludaba. Pensé que era una cuestión que me reconocía como alguien que iba a verlo, hasta que el día del padre de 1992, aparecemos Diana y yo con un regalo. Te lo cuento y se me hace un nudo en la garganta”, recuerda Daniel, y se le quiebra la voz.
Astor estaba acostado en la cama. Le entrega el regalo y le dice “para el mejor papá del mundo, me mira a mí y a mi hermana y me hace así –con el dedo índice Astor se señala el pecho y luego hace el ademán del `no`- y se pone a llorar como nunca lo vi llorar. El sabía que no era el mejor papá del mundo. Ahí nos dimos cuenta que nos había reconocido todo el tiempo, sabía quiénes éramos”.
Nadie es profeta en su tierra
Mientras afuera del país los músicos y directores más prestigiosos ansiaban poder tocar con Astor y el reconocimiento era cada vez mayor, en la Argentina era resistido y criticado por el sector más ortodoxo del tango, que veían la música de Piazzolla como una “amenaza” a la tradición.
“Se pudrió tanto que le dijeran que no era tango, que lo bautizó como ´música de Buenos Aires`y listo, los dejó tranquilos.”
En el exterior el apellido Piazzolla es universal. En Rusia enseñan una materia en la secundaria sobre Piazzolla. En la Argentina, destaca Daniel, recién hace unos diez años comenzaron a reconocerlo, bautizando conservatorios de música con su nombre y teatros.
Recién en la última etapa de su vida Astor pudo alcanzar un buen pasar económico. Pese a la fama y el prestigio como músico, vivió “ajustado” gran parte de su carrera.
“Nunca cazaba un mango, cualquier gil tenía un disco de oro colgado en la pared, mi viejo nunca tuvo uno, ni siquiera en la mejor etapa de su vida”, apuntó.
Qué tema no le gustaba y cuál era su preferido
“Libertango está entre los 20 temas más tocados del mundo. Y a mi viejo Libertango no le gustaba. El decía que nunca había podido escribir algo mejor que Adiós Nonino.”
Cómo es llevar el apellido de Piazzolla
“En la villa no me conoce nadie. Y yo estoy re feliz acá. A veces voy a hacer un trámite y dicen Piazzolla, y todos se dan vuelta a verte. Es terrible pero a la vez es lindo.”
Fuente: Diario Andino